lunes, 12 de marzo de 2018

La princesa de Irueña

Publicado el 23 de noviembre de 1918 en La Iberia (Semanario Independiente de Ciudad Rodrigo)


La princesa de Irueña
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(Tradición de Guinaldo)

Para JOAQUÍN APARICIO 
   Cerca de Fuenteguinaldo
están las ruinas de Irueña,
una ciudad antiquísima
de la que no se conservan
más que sus débiles muros
de pizarras superpuestas,
subterráneas galerías
y dos esfinges de piedra,
que demuestran de la plaza
el antiguo origen celta.
   Uno de los primitivos
reyes de la fortaleza
tenía una sola hija
bonita como unas perlas,
que acostumbra asomarse
de la torre a las almenas
para contemplar el bello
panorama de la Sierra.
   Tanto se asomó la joven
que no faltó quien la viera,
pues de su gran hermosura
se enamoró un joven celta
que al padre, humilde, pidió
la mano de la doncella.
   Sorprendido el soberano
hizo solemne promesa
de dársela por esposa
si a las alturas de Irueña
hacía subir el agua
de la próxima ribera.
  No desconcertó al mancebo
tan dificultosa empresa,
pues el verdadero amor
aguza la inteligencia,
y bajo su dirección
con maderos y con piedras
en el regato Rolloso
se levantó una gran presa
y se abrió a continuación
un canal en la ladera;
y al cabo de poco tiempo
la enamorada doncella
y el ilustre soberano
recibieron la sorpresa
de ver el agua correr
por el recinto de Irueña
debajo de sus ventanas
y delante de sus puertas.
   Celebróse el himeneo
del galán y la princesa,
bailándose a media noche
a la luz de las estrellas,
según el rito sagrado
de los primitivos celtas…
   Hoy es la antigua ciudad
una enmarañada selva
donde el vaquero Candelo
los ganados apacienta
que el yerro de J. A.
estampado encima llevan;
y sea suceso histórico
o fantástica leyenda,
aunque ya desmoronados,
hasta el día se conservan
en la ladera el canal
y en el regato la presa;
y entre el vuelgo de Guinaldo
como historia verdadera
pasa aún el tierno idilio
de la princesa de Irueña…
M.G.

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