Publicado el 23 de noviembre de 1918 en La Iberia (Semanario Independiente de Ciudad Rodrigo)
La princesa de Irueña
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(Tradición de Guinaldo)
Cerca de Fuenteguinaldo
están las ruinas de Irueña, una ciudad antiquísima de la que no se conservan más que sus débiles muros de pizarras superpuestas, subterráneas galerías y dos esfinges de piedra, que demuestran de la plaza el antiguo origen celta. Uno de los primitivos reyes de la fortaleza tenía una sola hija bonita como unas perlas, que acostumbra asomarse de la torre a las almenas para contemplar el bello panorama de la Sierra. Tanto se asomó la joven que no faltó quien la viera, pues de su gran hermosura se enamoró un joven celta que al padre, humilde, pidió la mano de la doncella. Sorprendido el soberano hizo solemne promesa de dársela por esposa si a las alturas de Irueña hacía subir el agua de la próxima ribera. No desconcertó al mancebo tan dificultosa empresa, pues el verdadero amor aguza la inteligencia, y bajo su dirección
con maderos y con piedras
en el regato Rolloso se levantó una gran presa y se abrió a continuación un canal en la ladera; y al cabo de poco tiempo la enamorada doncella y el ilustre soberano recibieron la sorpresa de ver el agua correr por el recinto de Irueña debajo de sus ventanas y delante de sus puertas. Celebróse el himeneo del galán y la princesa, bailándose a media noche a la luz de las estrellas, según el rito sagrado de los primitivos celtas… Hoy es la antigua ciudad una enmarañada selva donde el vaquero Candelo los ganados apacienta que el yerro de J. A. estampado encima llevan; y sea suceso histórico o fantástica leyenda, aunque ya desmoronados, hasta el día se conservan en la ladera el canal y en el regato la presa; y entre el vuelgo de Guinaldo como historia verdadera pasa aún el tierno idilio de la princesa de Irueña… |
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M.G.
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